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AL PUEBLO BONAERENSE LE HAN CASTRADO SU IDENTIDAD PROVINCIANA



AL PUEBLO BONAERENSE LE HAN CASTRADO SU IDENTIDAD PROVINCIANA


Por Luis Gotte

Nos perciben como una provincia rica que genera el 40% del PBI, tenemos el 41,5% de la población del país y, sin embargo, el 36,5% de sus habitantes son pobres. La mayoría de nuestras urbes carecen de infraestructura básica. Hemos sufrido la creciente disminución de nuestros recursos tributarios y el menoscabo de nuestra tradición federal, que han provocado un debilitamiento en la participación nacional. Y la historia refleja esta situación. Es urgente generar un modelo y códigos de cultura política que nos permita restaurar un sano compromiso de convivencia entre bonaerenses, a partir del orgullo que significa vivir en una provincia que fue parte de los hechos más importantes de la historia de nuestra patria y cuna de sus mejores hombres; tal como ocurrió cuando éramos la locomotora que impulsaba el desarrollo nacional. Construir y cimentar la identidad bonaerense es inaplazable para lograr unidad y organización como pueblo. Fundarnos en Comunidad Organizada.

Nuestra geografía de sierras, pampa y mar nos fue dando un rostro propio, alma y cuerpo. Historias increíbles, de lucha permanente contra el hostil desierto y el valiente y bravo indio, contra la frontera eterna y una naturaleza que no da tregua. Tierra de trabajo y esfuerzo, de sol a lucero; donde se relataban las andanzas de Calfulcurá, napoleón de las pampas, de Juan Moreira y el Martín Fierro. Donde el “chifle” con ginebra los convertía en hermanos y si la garganta estaba muy sedienta acudían a la pulpería, un mojón civilizador. Donde el mate amigo, el guiso, la carbonada, una mazamorra bien pisada o la carne con cuero nunca se le negaba al viajero casual. Donde una partida de truco, una carrera de caballos o sortija y el duelo criollo para salvar el honor eran parte de este gran pueblo que iba expandiéndose a medida que Gran Bretaña requería más materia prima. Buenos Aires, tal vez, la única de todas las provincias argentinas con una conciencia bonaerense bien definida. O si la tuvo, ya no parece reconocerse en ella.

Los primeros asentamientos se fueron realizando de modos distintos, con pequeños poblados que surgieron con postas, fortines, estaciones de ferrocarril, colonias agrícolas o grandes estancias con enormes extensiones destinadas a la explotación de la tierra que se fraccionarán para fundar nuevos pueblos.

El habitante predominante será el gaucho se irá asentando con su compañera o estará “arrimado” con esa mujer de la tierra nativa. Surgirá una estirpe nueva de mestizos o criollos. Nuestros paisanos. Será el brazo armado de las empalizadas remedo de fortificaciones, la mano llagada que empuña el arado en la tierra, la peonada arriando el ganado, el que construye su rancho en la soledad de la pampa; el lugareño de los primeros poblados que, con la llegada del ferrocarril y el telégrafo, habitará ciudades cabeceras de los nuevos “partidos-municipios” y formará parte de una provincia diferente del resto de sus hermanas argentinas.

Este enorme territorio será testigo de una herencia cultural a la que denomino “surera”, por su conjunto de saberes, artes, comida regional, tradiciones y conocimiento que tienen como referente a este trabajador de la pampa nuestra; dando lugar a estilos y formas de expresiones muy definidas en literatura, teatro y música.

Esa música surera, o canto surero, será un conjunto de talentes conformado por la milonga pampeana o campera, el malambo, la payada, la huella, el triunfo. Tanto sus letras como su música surgen de la experiencia misma de la vida del campo, de la vida rural de llanura, de la relación con el caballo, la guitarra, el mate, la carne vacuna, así como los valores que transmiten la solidaridad, la lealtad, la hospitalidad, la valentía y el empeño de la palabra dada. Señor del canto y el pensamiento.

Estas cuestiones serán determinantes para la ilustración de una nueva identidad, que no sólo quedará impresa en la vestimenta, en la arquitectura o credos, sino también en los procesos políticos, económicos, culturales y sociales que van a ir generando esa impronta surera-campera.

A fines del siglo XIX, una serie de circunstancias conjura contra la formación de esa identidad, al llamar “Buenos Ayres” a la nueva capital del Estado Argentino. No provincia. El error confundió a los habitantes, quienes se identificaron con otros territorios. De ahí que un pueblo que no tenga en claro su identidad, tampoco tendrá claro cuál es su destino.

Los bonaerenses, y aún más nuestros hermanos provincianos, no tendrán en claro cuál es nuestra identidad. Somos la más importante de todas las provincias, motor del trabajo y la producción, que le ha dado todo a la Nación…la que sólo nos reintegra ingratitud.

También fuimos, hasta 1995, la última provincia en darle una bandera a nuestro pueblo, desde nuestra fundación en 1820 no contábamos con un pabellón que nos identificase; aún nos falta un himno provincial; a lo que debe sumarse que la impronta local (platenses, matanceros, marplatenses, balcarceños…) es más fuerte que la idea de reconocerse bonaerenses. Carecemos de ese orgullo de pertenencia que ostentan salteños, cordobeses, entrerrianos, pampeanos, necesario para defender sus intereses regionales. Cada una tiene su propio héroe, así nos encontramos a Güemes en Salta, Ramírez en Entre Ríos, López en Santa Fe, Quiroga en La Rioja; y en nuestra Provincia el nombre de Juan Manuel de Rosas nos sigue siendo negado.

Más aún, estamos expuestos, como ninguna otra provincia, a las intromisiones del gobierno nacional en nuestra política interna, porque nuestros gobernadores son digitados desde Casa Rosada. Peor aún, son nacidos y han crecido o pasado gran parte de su vida en otra jurisdicción. El candidato a gobernador se define desde el escritorio presidencial, con la orden de que “baje” a la Provincia, por una cuestión de la propia lógica de la política actual.

Desde las últimas elecciones, se van dando con más frecuencia listas de candidatos a los distritos con mayor población de votantes que se arman desde el poder central. Los intendentes parecen figuras del decorado institucional. No sólo eso: los tres senadores nacionales que representan a la Provincia son designados según obediencia al poder político, desnaturalizando su verdadera función, que es representar a su comunidad toda.

La Provincia de Buenos Ayres parecería ser el patio trasero de esa cuasi-provincia, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Somos lo que está detrás de la Avenida General Paz. Ellos, los porteños, son la real Buenos Ayres. Hasta el Conurbano es una extensión de la Capital, y sus habitantes se identifican más con ésta que con la propia provincia. Estamos desmembrándonos.

La historia que se enseña en los colegios es referente a la ciudad portuaria, orgullo de la Corona Imperial Británica; nosotros pasamos desapercibidos en los libros y manuales de enseñanzas. Nuestros provincianos terminan identificándonos como porteños, un término para ellos ofensivo que evoca los peores recuerdos.

Por ello, es un buen momento en esta búsqueda de nuestra identidad para generar un proceso de INSUBORDINACIÓN FUNDANTE, una actitud de independencia ante el pensamiento centralista de esta época, capaz de alcanzar un “umbral de poder” necesario para convertirnos en actores principales en defensa de la filosofía federalista y de un municipalismo con plena autonomía. Es una cuestión de estricta justicia social provincial como de dignidad para nuestro pueblo. Es tiempo de buscar un nuevo nombre, que nos permita reconstruirnos a partir de lo nuestro.

El pueblo de la Provincia Bonaerense ha sido protagonista fundamental en la vida federal argentina, apostando fuertemente al trabajo y al esfuerzo de los bonaerenses y a la riqueza de su tierra, legado que se nos ha tornado en un gran desafío. Tenemos la responsabilidad de planificar un destino común, en compromiso con los derechos de todos y el bienestar general. Si logramos darnos una IDENTIDAD BONAERENSE, la misma podrá ser el pilar a partir del cual construir un Modelo Argentino para el Proyecto Nacional.


 

Luis Gotte

La pequeña trinchera

Co-autor de “Buenos Ayres Humana, la hora de tu comunidad” Ed. Fabro, 2022; “Buenos Ayres Humana II, la hora de tus Intendentes” Ed. Fabro, 2024

Mar del Plata

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1 comentário


Jonathan Michel
Jonathan Michel
03 de mai.

Muy bueno!

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