Por Juan Paunero
"La reina del Sur se levantará en el juicio con esta generación, y la condenará; porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar" - San Mateo 12:42
La hora de los pueblos, la venida de Cristo o el fin de la historia, son epifanías que nos hablan de una misma situación, que nace en el corazón del hombre, la esperanza de la liberación del yugo que una casta opresora ejerce sobre nosotros hace miles de años.
El fin de la historia del marxismo anuncia que se avanza a una sociedad sin clases que rompe el ciclo finalmente de enroques de burocracias opresoras pero no de la situación general de los oprimidos, para así alcanzar esa instancia en la que todo debe repensarse porque la humanidad libró finalmente su carrera contra la opresión. Esto según el marxismo, hijo del positivismo, se da por una cuestión científica.
La venida de Cristo es en cambio el retorno del rey de gloria que establece por mil años su trono en Jerusalem, y que se carga a la mano negra tras la opresión que es el Diablo.
El cual es soltado mil años después para probar el corazón de los hombres en donde se produce la purga final. A esta teoría se accede solamente por la fé.
La hora de los pueblos es una reflexión mística que tiene que ver con el fin de la historia pero que no necesita de vanguardias, carece de ellas.
Juan Perón: 'Creo firmemente que ya llega en el mundo la hora de los pueblos. Las instituciones que quieran mantener en cerco de sus antiguos privilegios y niegan la realidad del pueblo impidiéndole que penetre en sus cuadros directivos, serán destruidas por la avalancha de las masas que surgen desde el principio de la historia por caminos de sangre y dolor, pero como una marea incontenible de libertad y justicia... Los pueblos están abriéndose camino entre la maraña de redes y de sombras que los aprisionaba. Ninguna fuerza los podrá detener en ese camino de liberación. La sed de justicia que llena la boca y el corazón de la humanidad ya no podrá ser apagada ni con palabras ni con dinero. En nuestros tiempos se cumplirán inexorablemente las palabras de Cristo y serán bienaventurados los que tengan sed de justicia porque ellos serán saciados; ¡saciados de justicia en la plenitud de su realidad!'.
Perón anticipa una situación a la que accede por la fe, no por la razón, el dice CREO, y luego describe que las instituciones son la red que mantiene esos privilegios lejos del alcance del pueblo.
El pueblo debe meter sus cuadros dirigenciales, cosa que pasaba en nuestra revolución, y el, principal revolucionario antisitema de latinoamerica dice que nosotros elegimos un camino pacifico para llegar a esta Hora porque con el justicialismo como filosofía, el proyecto nacional como programa ideológico político, la comunidad organizada como horizonte de aquella instancia, más su persona, como líder no acólito de la sinarquía era una ecuación que hacia la llegada a ese estadio como instancia inexorable.
Los pueblos se abren camino en las marañas tejidas para mantener en control los privilegios, se podría decir que aquellas marañas son las leyes que impiden la llegada a aquel estándar (para esto la constitución nacional). Pero faltaba una cuota moral, es aquella que se anticipa como la sed natural de justicia, que llega a un nivel en el que el pueblo ya no puede ser sobornado ni adornado por dinero o palabras. Luego cita a Cristo: aquel que vuelve a traer la victoria definitiva, como garante de que aquella sed será saciada. Porque Perón como creyente sabe que su palabra es si y amen.
Oigamos ahora a Salvador Allende en su discurso final: 'El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse. Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor'.
Salvador Allende habla de otro pueblo, hermano, el pueblo de Chile, y creo que le habla a este pueblo de hoy, le pide que se defienda pero no se sacrifique, que no permita que lo humillen, y luego en lenguaje profético anticipa, que tras la traición que se impondría tarde o temprano llegaría el tiempo del hombre nuevo, que se abriría paso en las grandes alamedas, para construir una sociedad mejor, sin privilegios. Salvador da a entender que tiene un rol anticipatorio, como un Juan el bautista del destino chileno, anticipa la llegada del hombre nuevo, pero no llega a verla.* Anticipa la hora de los pueblos, *como un advenedizo que llega a sacrificarse, con la certeza que su sangre derramada, hablará, como lo hace la de Abel.
Por eso Perón en su esquema político más pensado dice: 'Yo me enorgullezco de que el pueblo argentino, levantando la doctrina peronista como bandera de sus ideales sea el que inicia la marcha de los pueblos en este momento trascendental de la humanidad. La nuestra, señores, es una marcha de victoria ineludible. Acaso nosotros, como todos los que en el mundo han levantado una bandera por primera vez, caigamos aparentemente derrotados en nuestro afán casi infinito de justicia y de libertad. Pero la marcha no será interrumpida por nuestra caída. Detrás de nosotros vienen todos los pueblos del mundo sedientos de libertad y de justicia. La justicia y la libertad no se regalan. Se conquistan, se defienden y muchas veces hay que morir por ellos'. Perón nos está avisando, igual que Allende, que no es ahora el tiempo, pero que el prepara el camino donde ese tiempo pueda fluir sin grandes sobresaltos. Anticipa su muerte y la de varios, pero como Allende, sabe que el partido esta ganado, los dos lo saben por la Fe y la esperanza, que no avergüenza y en Dios jamas será avergonzada.
Estamos en instancias proféticas, en instancias claves para el pueblo, Perón sabía que Argentina y Chile tienen destinos similares, pues posiblemente son aquella Reina del sur, que se levanta contra este sistema inicuo de cosas para saciar la sed de justicia de millones.
Santo Grial!
Me ha parecido un gran texto! Comparto!